MACROCOSMOS A 90 KILÓMETROS POR HORA
Con la cabeza en ángulo abierto e inclinada ligeramente
hacia la conductora, miraba las imágenes que fluían por el techo
corredizo como si ese agujero rectangular fuera un televisor: la
pantalla horizontal donde se transmitía un largometraje diferente al del
parabrisas. No el asfalto ni las líneas blancas intermitentes que
precipitaban su paso conforme se acercaban en dirección opuesta al
automóvil. No. Sino los troncos y ramas invertidas de jacarandas y
robles que dejaban entrever un fondo azul y las primeras estrellas de la
que sería una noche clara y fresca. Los dos en silencio. Cada uno en su
propia película. La cabina poblada por una calma parecida a la de
sentarse a fumar en una mecedora, sólo que sin mecedora y sin fumar. Sin
desviar la mirada de ese símbolo de prestigio y juventud que representa
el sun roof, colocó su mano sobre la pierna derecha de la conductora.
Un reflejo, un acto ajeno a cualquier premeditación. Un movimiento
solitario, casi estúpido, que no perturbó el silencio cósmico de la
cabina. Sólo dos personas que se conocen pueden compartir un silencio
como ese. Sólo quienes han convivido aceptan la muda compañía de una
existencia perfectamente desconocida. La garúa delicada del final de la
tarde punteaba de cristales minúsculos el parabrisas y de alfileres
invisibles el rostro del copiloto, que ahora observaba un cielo violeta
cada vez más cóncavo. Dos cuerpos desplazándose en la misma dirección.
Dos cabezas en universos separados por millones de años luz. La
distancia sideral que los reunía.
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Luis Chaves Campos (San José, Costa Rica, 28 de agosto de
1969) es una de las figuras más destacadas de la poesía costarricense
contemporánea. Recibió el Premio Nacional Aquileo Echeverría en la
categoría de poesía por su libro La máquina de hacer niebla (2012). También ha publicado El anónimo, Los animales que imaginamos, Historias Polaroid, o la novela Salvapantallas (Seix Barral, 2015), entre otros muchos libros.
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Disponible: 10,40 euros